Cenas y comidas saludables ¡y navideñas! • Guapísimas

Gracias a Cantabria Labs que, con su lanzamiento de Inmunoferon, está pendiente de todo lo que sea aumentar y reforzar las defensas, tenemos los consejos de la dietista-nutricionista (y farmacéutica) Anna Paré.

Ella comparte algunos trucos para transformar la mesa navideña en una mesa con platos de celebración a tope de salud. Al final, la alimentación es clave para mantener un sistema inmune a punto y en forma.

La relación entre la alimentación y el sistema inmune es tan estrecha que no podemos bajar la guardia en estas fechas. Verduras, frutas y aceite de oliva virgen se convierten en la mejor fuente de nutrientes antioxidantes. También es esencial el aporte de vitamina D, que podemos reforzar con complementos alimenticios”

Vamos allá con los consejos:

Trucos para que la mesa de Navidad esté llena de salud

  • Aligera el aperitivo: Apuesta por berberechos, crudités de verdura, melón o piña con jamón, pinchos de corazón de alcachofa con tomate cherry y aceituna negra, alcachofas con anchoas…
  • Mejor pescado que carne: También hay alternativas como un cóctel de langostinos con ensalada y aguacate o canelones de setas.
  • Verde que te quiero verde: este color nunca debe faltar en la mesa. Puedes hacer una ensalada de escarola con manzana, nueces, apio, granada y queso fresco.
  • Antes del inevitable dulce, pon brochetas de fruta (piña, kiwi, fresa y uvas, por ejemplo)
  • Equilibra: entre celebraciones asegura una buena ingesta de verduras y frutas. Y si un día te pasas en la comida, puedes cenar perfectamente un caldo de verduras y una infusión digestiva.
  • Tampoco podemos olvidarnos estos días del ejercicio físico. Cambia las largas sobremesas por un buen paseo y aprovecha para hacer excursiones y estar en contacto con la naturaleza.

¿Qué ocurre si te pasas en el plato y la copa?

Seamos seis o todos a la mesa, con la ciudad confinada o en plena libertad, ningún español se libra de relacionar la celebración de la Navidad con los excesos en la mesa y en la copa.

El Instituto Médico Europeo de la Obesidad nos alerta cada año: en Navidad solemos engordar entre 3 y 5 kilos. Pero en opinión de Paré, el problema no es solo una cuestión de peso. Es que en un momento como este, donde el sistema inmune es prioritario, se impone comer muy bien, a tope de nutrientes, tratando de sortear aquello que nos lleva directamente al proceso inflamatorio (carnes rojas, harinas refinadas, fritos, alcohol…).

“La relación entre nuestra alimentación y el sistema inmune es tan estrecha que un desequilibrio en la primera, aunque sea durante unas semanas, puede alterar la función inmunológica”, alerta la dietista-nutricionista, que añade:

“El papel de la alimentación en el estado del sistema inmune es crucial, por eso hay que intentar comer bien todos los días del año”. Es decir, también en Navidad.

Sostiene la experta que, al descuidar lo que comemos, se produce una reacción en cadena en nuestro organismo:

“La repercusión intestinal es casi inmediata: se pierde el equilibrio en la microbiota, formada por billones de bacterias, lo que se asocia a un grado de inflamación que termina por afectar la permeabilidad intestinal, muy relacionada con el sistema inmunológico”.

Esto nos puede provocar:

  1. Hinchazón
  2. Halitosis
  3. Digestiones lentas
  4. Cansancio
  5. Dolor en las articulaciones
  6. Migrañas
  7. Falta de concentración
  8. Patologías dermatológicas, etc.

“Solo con cambiar la alimentación, el estado general y los niveles de energía suelen mejorar. Nuestras defensas se ponen a punto y las personas se encuentran mejor”, concluye.

La cesta de Navidad

No nos referimos a esa llena de turrones y licores que daban antes en las empresas, sino a la que debemos llenar, también en diciembre.

“Tan importante es dar prioridad a las verduras, hortalizas, frutas y legumbres en el plato como evitar los ultraprocesados”, aconseja Anna Paré.

Toma nota de los antioxidantes que cuidan nuestro sistema inmunológico:

Frutas: naranja, mandarina, pomelo, kiwi, granada, uva negra, arándanos, mango y fresas se llevan la palma en antioxidantes.

Frutos secos (nueces, avellanas…); cereales integrales y legumbres aportan selenio y zinc.

Verduras y hortalizas: espinacas, brócoli, pimiento rojo (es el alimento más rico en vitamina C, pero solo si lo tomamos en crudo)

Aceite de oliva virgen extra, rico en vitamina E y polifenoles (otro gran antioxidante)

La vitamina D la encontramos en el pescado azul (anguila, atún, caballa, salmón salvaje…) y también la obtenemos por síntesis cutánea al exponernos -siempre de forma responsable- al sol. Para asegurar unos buenos niveles, puede ser conveniente tomarla en forma de suplemento.