Crema de noche: ¿sí o no? • Guapísimas

Inmersos en una verdadera locura cosmética, contagiadas por el ansia viva que se respira en redes sociales, caemos en la tentación de comprar todo aquello de lo que se habla. Sueros, ampollas de vitamina C, mascarillas, prebases, pinceles

A veces es tal el bombardeo que olvidamos los cuidados básicos que mantienen la piel sana y bien acondicionada. Bonita. Es decir, una limpiadora, la clásica crema hidratante, el humilde colorete.

La crema de noche

¿Cuándo dejamos de usarla, en beneficio de complicados tratamientos en ampolla, retinoles, sleeping packs venidos del otro lado del mundo? Si es una parte de la rutina de belleza que ya hacían nuestras abuelas… ¿qué fue de ella?

Fotograma de la serie “Marvelous Mrs. Maisel”

 

La crema de noche es uno de esos pasos de la rutina que, cuando lo llevas a cabo correctamente y con constancia, lo notas muchísimo. ¿Por qué será? Los expertos en cuidado de la piel lo saben: La noche es el momento de belleza por excelencia.

“Mientras duermes se produce la regeneración celular y la piel se prepara para las agresiones del día siguiente”, explica Carmen Navarro, experta en tratamientos estéticos con seis centros en Madrid, uno en Valencia y otro en Sevilla.

Cierto es que todas intentamos meter caña por la noche con sueros de retinol, niacinamida, alfahidroxiácidos, otros activos reparadores y un extra de ceramidas. Es una decisión correcta.

Con la edad, el suero reparador nocturno también se convierte en obligatorio, ya que borra los daños sufridos durante el día. Pero no hay que olvidar la crema.

“Las cremas de noche son ricas en lo que la piel necesita, especialmente lípidos”, señala Navarro.

Mimos para que la piel se recupere y recargue

Decíamos que la noche es el gran momento de belleza (para la piel). La explicación está en que ésta vive las horas del día tratando de defenderse de las agresiones externas y aprovecha la noche para repararse. Si la dejas bien limpia y le aplicas los activos correctos, alcanza un pico de regeneración que se traduce en una piel más joven, vital y fuerte al despertar.

La crema facial es el producto del que ninguna mujer prescinde. Se usa una distinta para el día (ideal si contiene antioxidantes y SPF alto) y de noche (con propiedades correctoras y reparadoras), siempre después de limpiar y tonificar la piel.

La crema de día hidrata y protege (o controla el exceso de sebo al tiempo que mantiene la hidratación), además de aportar los componentes y el agua que necesita la piel para recuperarse y protege de los agentes externos. Hay que elegirla siempre adecuada a nuestro tipo de piel.

Por su parte, el tratamiento nocturno es necesario porque mientras duermes la piel se debe regenerar y oxigenar aprovechando todo aquello que le apliques.

“La crema se extiende mediante un breve masaje del centro del rostro hacia los laterales, haciendo círculos ascendentes para activar la micro-circulación y la penetración del producto”, insiste Felicidad Carrera, experta en tratamientos estéticos con su propio centro en Madrid.