Ritual de belleza al volver de la playa • Guapísimas

La playa es el mejor sitio para divertirse, relajarse y cargar las pilas. Un paseo por la arena, respirar delante del mar para absorber todos sus beneficios, dejar que el sol recargue tus reservas de vitamina D (con toda la precaución del mundo para no quemarte) son momentos que no tienen precio.

Ahora bien, después de unas horas de mar, arena, exceso de sol y viento, puede que tu piel esté tirante y tu pelo hecho una madeja. Sigue este paso a paso para hacer al llegar a casa y poner a punto tu piel, dándole todo lo que necesita. Vive, de paso, un momento para ti:

Paso 1: Doble limpieza, hidratación y escudo antioxidante

Antes de meterte en la ducha (aunque también puedes hacerlo dentro si es un producto limpiador al agua), disponte a quitar el SPF de la cara con un bálsamo o algún producto oleoso (mejor si es doble limpieza) e hidratar muy bien.

Puedes aprovechar y, cuando acabes la ducha, poner una mascarilla de tisú o aplicar tu tratamiento habitual. Si ya tienes retinizada la piel, es el momento del retinol, que tendrás que retirar muy bien al despertar (antes de ponerte el SPF facial). Si no, quizá es buena idea usar un producto con vitamina C para cargar las reservas antioxidantes de la piel y que ésta pueda aprovechar bien sus virtudes de cara a la siguiente exposición solar sin degradarse por la luz.

Paso 2: Retira el SPF corporal

En el cuerpo, seguramente lleves capas y capas de crema de protección solar que tampoco viene mal retirar correctamente, de cara a evitar posibles granitos (por poros obstruidos), sobre todo en zonas proclives como hombros y espalda. La forma más eficaz de hacerlo es recurriendo a un oleogel, por dos motivos principales:

  1. El primero, que lo que mejor retira un producto graso (como suelen ser los protectores solares, muchos de ellos cremosos y aceitosos) es otro producto graso.
  2. El segundo, que si tu piel viene un poco zurrada tras los envites de sol y viento, lo ideal es limpiar con un producto sin jabón, que respeta la barrera hidrolipídica.

Aplícalo con las manos, para no realizar una exfoliación que, en este momento, no interesa nada –ya te ocuparás de eso cuando vuelvas de vacaciones– y acláralo muy bien con agua tibia. Limpia bien el suelo de la ducha para evitar resbalones.

Paso 3: Mimos capilares

Vamos con el pelo. Después de un día de playa –mucho más si ha sido un día de viento o si has subido a un barco o moto acuática- probablemente esté divino, con unas ondas de sirena naturales pero seco como la paja y, casi seguro, con enredos y restos de sal.

Si es posible, desenrédalo mientras está seco ya que, una vez húmedo, cualquier tirón será más agresivo y capaz de partir la fibra. Hazlo con un cepillo eficaz, empezando por las puntas, siguiendo por la nuca y acabando en la raíz, como nos enseñó María Baras, directora creativa del salón Cheska de Madrid en el directo que hicimos con ella.

Una vez en la ducha, lávalo con tu champú favorito, centrándote en las raíces, sin frotar los largos, y aprovecha para aplicarte una mascarilla nutritiva que suavice y devuelva el brillo perdido a la melena. Déjala actuar el tiempo que indique el fabricante para que realmente funcione y, si te da pereza esperar dentro de la ducha, quizá tu producto sea una de esas no-por-cuquis-menos-eficaces mascarillas con gorro incorporado.

No creo que te apetezca nada secarte el pelo con secador, pero si vas a salir y tu peinado exige el uso de una herramienta de calor, es muy importante que te apliques un protector térmico y, en las puntas, unas gotitas de aceite capilar.

Paso 4: Rehidratar y calmar la piel (del cuerpo)

Al salir de la ducha, dedica un rato a re-hidratar la piel del cuerpo. Si quieres matar dos pájaros de un tiro, usa un aftersun que tenga algún plus: hidratante, potenciador del tono, anti-mosquitos… Quizá te apetezca más una buena capa de aloe vera puro, el producto del verano por varios motivos: calma, ayuda a regenerar, refresca…

Paso 5: ¡Atención a los pies!

Vienen de pasarse todo el día bamboleando sobre la arena y puede que agradezcan un buen masaje. Revisa si el esmalte de tu pedicura sigue intacto (a veces se deteriora por culpa de los protectores solares) y, de no ser así, pon una capa de topcoat transparente, mejor si es efecto gel porque te durará más.

Mima tus talones y zonas rugosas con la mejor crema de pies que tengas o, si no, con una manteca de karité pura, que es mano de santo. Reserva un poco para tus manos y zona de las cutículas, que con el agua de mar y el viento puede que también estén resecas.

Si no te apetece hacer nada más, tu rutina de belleza ya ha terminado, ahora ponte un té frío ¡y disfruta de tu momento!