La falta de actividad y los cambios en la alimentación ha traído un aumento medio de cuatro kilos
Cuando el confinamiento dejó de ser una novedad y el momento pánico (comprar y cocinar como si fuéramos a meternos en un búnker) pasó, llegó el aburrimiento.
Tener poco que hacer y nula movilidad nos lanzó a una de las formas de ocio que mejor entiende la cultura mediterránea: comer y beber.
Una satisfacción a corto plazo a la que nos entregamos sin miedo y nos condujo a preparar bizcocho, pan artesano, las recetas de chefs como David Muñoz o Jordi Cruz… Fue también el momento de sacar el vermú y el aperitivo a la terraza, de las vinollamadas.
No en vano, los datos de la cesta de la compra de esas semanas así lo demuestran. El consumo de snacks, aceitunas, anchoas, alcohol, harina y levadura aumentaron considerablemente.
Todas estas conductas, comprensibles dado el contexto, han traido consigo un aumento de peso medio del que ya tenemos datos.
Ana Puelles, directora de Estética Lostao, ha empezado a detectarlo en su cabina de belleza.
Pero, primero, unos datos de por qué afirmamos que la cuarentena ha engordado (a muchas personas).
El Instituto IFOP de Francia, así como Deusto Salud, publican los resultados de sus sondeos realizados durante el confinamiento y aseguran que el 58% de mujeres consultadas han ganado entre 3 y 5 kilos, mientras que el 56% de los hombres confirman que su aumento de peso es a partir de 4, 5 y más kilos.
Siempre hay excepciones y las encontramos entre las mujeres de 20 a 30 años, que confiesan que se mantienen en su peso de siempre.
“Las causas, por supuesto, las encontramos en la falta de actividad, prácticamente sin andar en todo el día, pasando las horas sentados frente a las pantallas del ordenador, del televisor o del móvil”, argumenta Ana Puelles, que puntualiza: “También ha influido la ansiedad provocada por el encierro y la angustia provocada por la pandemia, que ha alterado los hábitos alimenticios y personales”.
Esto se traduce en lo que decíamos al principio. Comer y cocinar como forma de ocio. En muchos casos, se ha sobrellevado el encierro con una explosión de actividad en la cocina, preparando recetas cargadas de calorías y cocinando más repostería que de costumbre.
Además, concluye Puelles, el teletrabajo siempre tiene la pega de poder asaltar el frigorífico a todas horas, sin quemar el exceso de calorías diarias.
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