Por ejemplo, si llevas coloración vegetal o tratamiento de alisado es mejor que evites los sulfatos
En el ambiente de quimiofobia que se respira en redes, es fácil encontrar todo tipo de afirmaciones (falsas o imprecisas, la mayoría) sobre el daño que puede hacer un sulfato sobre la piel.
Hay que saber que los sulfatos están presentes en los productos de higiene personal desde 1930 y, ahora más que nunca, hay algo de desinformación al respecto de su uso y abuso.
Químicamente hablando, son un átomo de azufre y cuatro de oxígeno. En el contexto de higiene personal, donde se ubican geles de ducha y champús, hablamos de la combinación de sales y ácidos grasos.
La explicación es sencilla: cuando lavamos el cabello es porque está sucio. Ese es el objetivo de un champú. La suciedad proviene de la grasa de glándulas sebáceas, la contaminación medioambiental y, en general, cualquier partícula que se adhiera a las fibras, que es imposible retirar sólo con agua.
El porqué de que el agua no sea suficiente nos lo explican los expertos de la empresa de cuidados capilares “sin” Living Proof: “El cabello sano es hidrofóbico (a él se adhieren las grasas pero repele el agua) y hacen falta tensioactivos que eliminen el sebo del pelo.
Dentro de esos tensioactivos encontramos los sulfatos, que son los más eficaces pero también los más agresivos. Para conocer este posible daño, hay que saber exactamente cuál es su actividad”.
Los sulfatos comunes son los responsables de la espuma y están en la base lavante de nueve de cada diez productos de higiene personal. Claudia di Paolo, beauty hunter y directora del SPA CAPILAR que lleva su nombre (claudiadipaolo.com), añade: “Los sulfatos están presentes en casi todos los productos de limpieza. Se utilizan porque cortan la grasa, son baratos y producen espuma”.
Por sí mismos, no son tóxicos ni peligrosos. El problema es que su acción limpiadora puede llegar a ser muy fuerte y, si no los acompañan otros ingredientes suavizantes e hidratantes (que, en ocasiones, encarecen el precio final), pueden dejar muy reseco el cabello o el cuero cabelludo ya que también eliminan sus aceites naturales.
Quienes defienden su retirada, argumentan que pueden llegar a producir sequedad, picor, descamación, que el cabello se vuelve poco manejable e incluso tu piel se puede volver muy grasa al tratar de compensar la pérdida de sus aceites naturales.
Pero entonces, ¿qué llevan los champús que no contienen sulfatos? “Normalmente, otros agentes detergente algo más caros pero naturales y muy delicados, suaves, ligeros y que hacen menos espuma pero siguen siendo efectivos. Con este cambio se busca incrementar la retención de la humedad.
Los productos de limpieza naturales libres de sulfatos limpian suavemente las hebras sin eliminar la humedad, lo que ayuda a reducir la ruptura y desprendimiento”, abunda Claudia di Paolo. Estos ingredientes naturales suelen ser Sodium Cocoyl Hydrolyzed Amaranth Protein (un limpiador derivado de plantas) y Decyl Glucoside (un limpiador derivado del azúcar).
Y, si hablamos de ingredientes, cabe aclarar que los defensores de eliminar los sulfatos se centran en tres que tienen nombres complicadísimos pero en las etiquetas podrás encontrarlos con sus siglas: SLS, ALS y SLES.
Leyendo foros y comentarios en redes sociales vemos que, a pesar de ser un sulfato suave, hay polémica con el SLES (presente en todos los champús, salvo los sulfate-free), la forma etoxilada del SLS (que prácticamente no se usa), debido a que se puede formar dioxano. Como si eso pudiera matarnos.
La química y experta en cosmética Raquel Marcos (cienciaycosmetica.com) nos lo aclara. Pero, primero, cabe recordar que en la Unión Europea todos los productos cosméticos pasan rigurosos controles para asegurar que no contienen nada perjudicial –ni “tóxico”, como se dice ahora. “Las concentraciones que se permiten de dioxano son más bajas de las que realmente podrían resultar tóxicas para la salud. La FDA realizó un estudio en 2008 y vio que el 80% no contenía dioxano ni en trazas.
Además, actualmente se acoplan sistemas de vacío en los tanques de síntesis para eliminar el dioxano que pueda llegar a formarse, algo que además solo ocurre cuando tenemos unas condiciones óptimas de reacción. Las micro-trazas que puedan quedar (si es que las hay) no llegan ni a tocar el cuero cabelludo, ya que el dioxano es volátil. La probabilidad de que sea tóxico es nula”. Aclarado.
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