Causa arrugas, rojeces, granos y máxima sequedad cutánea
La piel es el órgano más extenso del cuerpo humano. Conforma una sofisticada construcción que, a pesar de no tener más espesor que unas centésimas de milímetros, nos protege y media con el exterior, mandando mensajes al interior.
Fisiológicamente, es como un muro donde los ladrillos serían las células y los lípidos, el cemento que las une.
Nuestra piel trabaja a marchas forzadas para levantar ese muro en el que, cada 28 días (más o menos), las células nacen y se multiplican en la capa basal, crecen a medida que suben hacia el exterior y mueren queratinizadas en la superficie, donde se disponen en quince o veinte hileras que caen de forma natural (descamación).
Durante la noche, trata de repararse de los daños sufridos durante el día y durante el día se defiende del entorno hostil que la irrita, envejece y erosiona, mermando su capacidad de respuesta.
Quienes la amenazan durante el día son el sol, la polución, luz azul de las pantallas, los cambios bruscos de temperatura o productos cosméticos excesivamente agresivos.
Los daños que sufre la barrera pueden darse por dos formas de estrés:
Todas estas condiciones adversas drenan de la piel más más energía de la necesaria y le exigen algo que no puede soportar.
Por estrés se produce un aumento de la deshidratación, rojeces e irritación, acné adulto, tono apagado y hasta aumento de las arrugas.
Pedro Catalá, fundador de Twelve Beauty, cosmetólogo y doctor en farmacia nos explica por qué se producen y cómo combatir los síntomas del estrés epidérmico, que envejece y agrede a la piel: “El estrés tiene un impacto negativo para la salud de nuestra piel, agravando patologías ya existentes como eczema o psoriasis e incluso dando lugar a nuevos problemas cutáneos.
En estados de estrés, nuestro organismo –como mecanismo de defensa- produce cortisol. Niveles elevados de esta hormona causan estragos en nuestro sistema inmunitario afectando a nuestra piel a diferentes niveles”.
Así se manifiesta el estrés epidérmico:
Los tratamientos cosméticos cotidianos están destinados a ayudar a la piel en sus funciones, pero en periodos de estrés no parecen surtir los efectos deseados. Es en este momento cuando precisa un producto de choque que la reanime, una inyección de energía que normalice su comportamiento.
Por ejemplo, a través de curas intensivas con todo lo necesario para defenderse de las agresiones medioambientales de día y renovarse de noche. Los excipientes y los principios activos varían de una marca a otra.
En tu elección has de tener en cuenta que las cremas hidratan más pero que los sueros permiten una mayor concentración de sustancias activas mejor vehiculizadas.
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