Con el corrector buscamos corregir granitos, rojeces o disimular ojeras. Por su parte, el iluminador es un arma a la que se recurre para hacer que tu rostro refleje más luz, de forma que desaparezca cualquier rastro de cansancio y tu maquillaje favorezca más.
ENCUENTRA LAS SEIS DIFERENCIAS:
- Las zonas donde se aplica: En el caso del iluminador son fijas y están muy estudiadas (puedes elegir una o todas), en el del corrector son de lo más variadas e inesperadas, ya que solo se pone ahí donde se necesita y ese lugar puede ser cada día uno.
- ¿Tienes rojeces alrededor de la nariz? Aplicas corrector. ¿Te ha salido un grano en medio de la frente? Corrector al canto.
- El iluminador se pone en las zonas donde quieres que sus micro-partículas reflectoras atrapen ópticamente la luz para reflejarla. Bien para potenciar zonas sobresalientes del rostro (arco superciliar, pómulo, nariz), bien para ayuda a poner luz en las zonas de sombra: surco nasogeniano (la arruga que se dibuja desde la nariz hasta la comisura de los labios), el hueco de la barbilla, el exterior del ojo o el espacio entre la ceja y la caída del párpado.
- La textura y el formato: Los correctores vienen en formato barra, pastilla o fluido. Lo ideal es aplicarlos con pincel y después fijar con la yema de los dedos. Los iluminadores, por su parte, pueden venir en pincel dispensable, barra, pastilla y también polvos sueltos.
- Los fluidos y cremosos pueden ponerse solo en algún punto -antes o después de la base de maquillaje- o por toda la cara, mezclado con esta.
- El iluminador en polvo solo se usa al final, como último toque con una brocha de pelo largo y suelto, muy suave. En este caso, solo y exclusivamente en las zonas elegidas, nunca por toda la cara.
Es muy común el error de poner iluminador sobre las bolsas de los ojos. Lejos de cubrirlas y disimularlas, las hace brillar y, por tanto, sobresalir, llamando la atención sobre ellas. Entendiendo este ejemplo, se entiende perfectamente la diferencia entre un producto y otro.