Hasta hace poco, nadie había oído hablar de las esencias y ahora están por todas partes. Heredada de la rutina de belleza asiática, donde no perdonan que falte una de ellas, la esencia o loción tiene el objetivo de hidratar intensa e instantáneamente la piel, eliminar células muertas y, además, potenciar la penetración de los ingredientes activos del tratamiento posterior.
QUÉ ES UNA ESENCIA
Por su aspecto externo podría parecer un tónico -sin serlo- o confundirse con el sérum, algo que tampoco es.
Es, en realidad, un agente doble. Por un lado, hidrata la piel a corto plazo y la va exfoliando con el uso. Por otro, duplica la efectividad del producto que aplicamos a continuación (crema o suero) porque facilita la penetración y actividad de los activos.
Algunas son totalmente líquidas, pero la mayoría tienen un tacto relativamente viscoso que ayuda a retener la humedad. No en vano, uno de sus propósitos es mejorar los niveles de hidratación de la piel.
CÓMO SE USA LA ESENCIA
Se usa a diario, por la mañana y por la noche. Después de limpiar la piel, justo después del tónico y antes del sérum.
Se puede extender con las manos (lo recomendable), a pequeños toquecitos, o con la ayuda de un algodón.
Antes de que se seque totalmente, se aplica el suero.