Cómo elegir y cómo usar las cremas de protección solar pediátricas
Todavía existen muchas dudas sobre protección solar cuando se trata de niños: ¿filtros químicos o minerales? ¿mejor sol o sombra? ¿les pongo ropa protectora?
Aunque no queremos que se quemen (y nos preocupa que no sinteticen suficiente vitamina D), es cierto que hay una dosis de sol que beneficia a los niños. Si se hace de forma racional, siguiendo los consejos de pediatras y dermatólogos, se puede aprovechar la radiación solar, tomando lo bueno y sorteando lo malo.
El sol es necesario para vivir. Es responsable de producir sustancias esenciales como la vitamina D, fundamental para unos huesos sanos y fuertes. Favorece el aumento de la serotonina y ayuda en la producción de melatonina, hormona que regula los ciclos de sueño y vigilia.
Si se reciben en exceso y/o sin la protección adecuada, los rayos solares pueden ser muy dañinos y provocar quemadura solar que, aunque con los días desaparece aparentemente, por dentro causa un daño cutáneo permanente que puede provocar problemas de salud tan graves como el cáncer de piel.
Este verano de 2020 post confinamiento será más importante que nunca vigilar a los niños bajo el sol.
El confinamiento no nos ha permitido hacer desde la primavera la síntesis de melanina progresiva que nos protege de la radiación. Hemos pasado del abrigo al bañador. Sabemos que habrá muchas alergias y quemaduras, así que ojo con los niños, hay que exponerlos de forma progresiva” (Gema Herrerías, farmacéutica experta en dermocosmética)
Es muy importante saber que la resistencia al sol no es eterna. Los niños lo entienden bien si se lo explicas así: Al nacer, lo hacemos con una hucha llena de monedas que podemos gastar en horas de sol. Esta hucha tendrá más o menos monedas dependiendo de nuestro fototipo (el color de la piel, cabello y ojos, que determinan la vulnerabilidad de cada uno frente al daño solar) y esto se llama capital solar. Este capital, como los ahorros, se puede agotar si no se administra bien. Por eso es tan importante que, desde niños, se tenga conciencia del tiempo que se pasa bajo el sol y cómo se pasa ese tiempo.
De niños y adolescentes es cuando más sol recibimos, siendo para colmo la etapa en la que la piel es más susceptible a los efectos nocivos de la radiación solar. Del 50 al 80% del daño provocado por los rayos ultravioleta sucede durante la infancia y adolescencia. Cinco quemaduras solares con ampollas antes de los veinte años aumentan el riesgo de melanoma un 80%. Aprende cómo deben estar los niños al sol:
Cuatro claves para despejar la duda: Sol ¿sí o no?
La mejor protección es la física: ropa cómoda, que se pueda mojar, sumada a una gorra y unas gafas de sol.
Sin colonia. Pueden contener alcohol o alérgenos que cuando entran en contacto con el sol producen reacciones fotosensibilizantes, que posteriormente pueden dejar la piel marcada.
El filtro solar se pone 30 minutos antes de salir, sobre el cuerpo desnudo, sin olvidar orejas, nariz, labios, parte posterior del cuello, manos y pies.
La cantidad de producto debe ser como una pelota de golf. Hay que reaplicar la crema cada dos horas y también después de cada baño o si se ha sudado mucho.
¿Ropa con protección? Es más que recomendable, ya que con ella podemos olvidarnos del fotoprotector, de reaplicarlo si han sudado, si se han bañado o rebozado con la arena. Sobre todo en los primeros años de vida, cuando se debe ser algo más estricto en la protección solar.
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